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Cómo sobreviví en una isla desierta gracias a la marihuana

No recuerdo haberme quedado dormido al aire libre pero un sol intenso penetrando mis párpados y una leve brisa me despierta. Al abrir los ojos lo primero que puedo ver es cielo azul y, efectivamente, un gran sol me deslumbra. Extraño que note humedad en los pies. Y que la superficie sobre la que reposo sea extrañamente irregular. Al incorporarme y mirar a ambos lados veo playa. ¿Playa? Tampoco recuerdo haber estado en una playa en las últimas semanas…

Y enfrente, mar. Sólo mar. Yo, sentado en la arena, intento hacer memoria sin encontrar ninguna explicación lógica mientras el débil oleaje me remoja las piernas. Y silencio. Apenas el suave murmullo del agua rompiendo en unas rocas a extremos del arenal. Pues nada, es hora de buscar la salida e irme a casa, se ve que ayer bebí o fumé algo más de la cuenta.

Me está costando encontrar un camino o senda que me conduzca al interior, pero tras varias búsquedas consigo llegar a un claro. De frente veo un pequeño risco y a los laterales vegetación que no seré capaz de atravesar, así que mejor subo al risco. La altura engaña desde abajo porque a media subida tengo que hacer una parada a descansar. Veo una planta que destaca sobre todas, con hojas de un color rojo sangre. Pero es hora de irse. También descubro un pequeño manantial de agua que fluye colina abajo hacia la planta, está sorprendentemente fresca.

No sin esfuerzo, consigo llegar a lo más alto… y me cuesta creer lo que veo ante mi, aunque la visión es clara. Un gran acantilado y agua. Y a la derecha agua. A la izquierda más agua. Y detrás, de donde vengo, consigo divisar la playa en la que me desperté. Estoy en una isla, y no demasiado grande. Y lo peor, que a mi alrededor no hay nada más que agua salada.


Aquí arriba no me puedo quedar, así de decido volver a la playa colina abajo. Al llegar a la altura de la planta que antes me llamó la atención, decido ir a intentar descubrir de qué planta se trata. A medida que me acerco, me resulta una planta muy familiar y lo corroboro a escasos metros. Una preciosa planta de marihuana. Las hojas afiladas indican que es una sativa. Y tiene unos cogollazos enormes! Y no es sólo una sino que, tras unos matorrales, se esconde otro claro con muchas más! Verdes, púrpuras… Bueno, al menos tendré algo con qué entretenerme mientras pienso en cómo salir de esta isla.

Hay una rama que parece haberse roto hace unos días y los cogollos están medio secos, así que me la llevo entera. Algo más animado sigo bajando hacia la playa. Y no es hasta llegar al arenal dispuesto a hacerme un porro, que caigo en la cuenta de que no tengo ni papel ni fuego. Mi gozo en un pozo.

Recuerdo las charas de hachís, las extracciones típicas en algunas zonas de Asia que hacen frotando las manos en los cogollos. Y estos cogollos tienen mucha resina, no me cuesta nada sacar una pequeña barrita. También encuentro un buen número de semillas, lógico por otro lado. Sin semillas no hay plantas. Si no puedo fumar el hash, pues me lo como. Tarda un poco en hacer efecto, pero durante 3 horas vuelo sin alas.

Un buen viaje me ha dado este hachís. Desde luego, en mi vida he probado nada igual. Y lo peor es no poder contárselo a nadie o poder compartirlo con algún buen amigo. Quizá ellos tuviesen papel y mechero… Llevo tiempo sin comer y la marihuana aún me ha dado más hambre. Recuerdo las semillas que me encontré antes. Las semillas de cáñamo y marihuana tienen una gran cantidad de fibra, proteínas, hidratos de carbono, ácidos Omega 3 y 6… Ya las he comido alguna otra vez y saben bien. Unas pocas me sacian y tampoco quiero terminarme la única fuente de nutrientes que encontré.

Exploro de nuevo la isla y me doy cuenta de que prácticamente se reduce a la playa y la franja de claro que llega hasta lo alto del risco, con las plantas de marihuana a mitad de camino, como un kilómetro de largo y medio de ancho. No me fijé antes que, junto a las plantas en floración, hay plantas más pequeñas aún en crecimiento, de poco menos de un palmo. No sería mala idea quizá llevar algunas de estas plantitas a alguna zona más soleada. Casi sin darme cuenta tengo hasta 100 pequeñas sativas dispuestas a lo largo del claro.

También corto un par de plantas que ya me parecen maduras, que vayan secando lo cogollos. Y hay algunos machos también, sus largos tallos me podrían venir bien y tampoco los quiero para nada de momento, tengo un montón de semillas, unas 50 plantas adultas casi para cosechar y 100 plántulas que me asegurarán otra buena cantidad principalmente de semillas para mi alimentación. Tengo una plantación que cualquiera desearía, desde luego.

Han pasado un par de días y es hora de pensar en hacer un refugio. Dispongo de un buen fajo de tallos de marihuana, principalmente de los machos, aunque las hembras son más leñosas. Recuerdo haber leído en algún libro del activista Jack Herer los usos del cáñamo. No es sencillo, pero teniendo agua, algunas piedras y mucho tiempo, consigo un montón de finas hebras, suaves y muy resistentes. Para hacer unas cuerdas y asegurar algunas palmas para mi nueva choza.

Con unos tallos finos y secos, un arco fabricado con cuerda de cáñamo y la propia fibra de cáñamo, consigo hacer fuego. Ahora al menos no pasaré frío por las noches y, con una piedra al rojo vivo, puedo disfrutar al fin de unas caladas de resina a la piedra. He intentado pescar algo, pero siempre se me hado mejor la jardinería que la pesca, pero cuento con semillas de marihuana. Machacadas con agua, hacen una leche deliciosa y muy nutritiva. Los cogollos en crudo, aunque no tienen un gran sabor, no colocan y contienen macronutrientes esenciales, olioelementos, vitaminas… Cosas peores he comido en McDonalds.

No me cuesta nada expandir mi cultivo. Tengo de sobra para fumar con lo que encontré la primera vez, así que me centraré exclusivamente en dejar que todas las plantas se polinicen. Los machos para fibras, las hembras para mantener la hoguera y las semillas para mi. Pasados varios meses, el claro es una gran plantación de marihuana escalonada. Nunca pensé que lo diría, pero me sobra la marihuana. Acumulo semillas, hachís, cogollos secos, cogollos verdes, troncos y fibra.

No desperdicio absolutamente nada de la planta, incluso he aprendido a tejer la fibra para hacerme algo que mejore mi atuendo. También he conseguido hacer algo similar al papel con lo que, al fin, puedo fumar un porro, y mi primitivo refugio es ahora un palacete. Con la fibras molidas, tierra y agua se puede hacer un adobe que mantiene el interior a una buena temperatura en las noches más frías. Incluso ahora duermo cómodamente en una hamaca que hice con las cuerdas de cáñamo. Como Tom Hanks en Náufrago, unos días pienso en hacer una embarcación. Dispongo de fibra para hacer una vela, troncos, cuerda… pero, ¿abandonar mi pequeño paraíso?

No sé los años que han pasado y soy el dueño y señor de mi propia isla y de la marihuana. He conseguido mejorar la genética que me he encontrado al llegar aquí. Por un lado, unos fenotipos que tienen un mayor contenido en fibra y, por otro, otros de floración rápida y potentes efectos para mi consumo diario. Quizá sin tener un porqué yo sólo en una isla, pero me siento la persona más afortunada del mundo. Tengo unos de los mayores cultivos de marihuana legal del mundo. Legal porque es mi isla y yo pongo las leyes. Y es todo para consumo propio.

Hoy me despierto como cualquier otro día. Me toca llevar agua a las pequeñas plantas que germiné la semana pasada y que están en la zona más alta de la colina, pasado el manantial. Me llevo un porro conmigo, la rutina diaria me conduce al punto más alto de la isla desde donde diviso todos mis dominios. Me tumbo a disfrutar mi canuto de excelente hierba, cerrando los ojos como intentando abstraerme o agudizar los sentidos. He aprendido a disfrutar de la soledad…

RRRRRRR… RRRRRRRR… RRRRRRRRR… ¿Se oye un motor? RRRRRRRRR… RRRRRRRR… RRRRRRRR… Seguro fumé ya más de la cuenta. RRRRRRR… RRRRRRR… RRRRRRR… ¿y ahora suena Thundertrack de AC/DC? Pero que mierd…. ¡La jodida alarma del móvil! Media hora lleva sonando… otro miércoles que llegaré tarde al trabajo. Me fijo que, sobre la mesita, junto a mi cama, hay un cogollo púrpura y 4 o 5 semillas que no recuerdo haber dejado ahí. Qué raro… y más raro aún es no recordar lo que estaba soñando, pero intuyo que hoy será un buen día. Feliz miércoles a tod@s.