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Protocolo del fumador de marihuana: 10 Mandamientos básicos

Fumar o consumir marihuana es una costumbre milenaria y que no se sabe exactamente ni cuando ni donde comenzó. Tiempo después de que Colon descubriera América en 1492, en Europa se estableció la tradición de fumar tabaco en pipas, una costumbre hasta entonces inexistente pues como todos sabemos el tabaco es originario de América. Intentando imitar tal vez los estados espirituales experimentados por los indígenas americanos, comenzaron a añadir otras hierbas al tabaco con el fin de mejorar su sabor y aumentar el placer. Por ejemplo se empezó a añadir cáñamo al tabaco, planta que se cultivaba para fines domésticos y que se encontraba en casi cualquier lado.

En el siglo XVII fumar no era aceptado por una sociedad que seguía un férreo dogma católico y es por ello que muchos escritores de la época se fueron para Holanda, que empezaba a gozar de cierta libertad de prensa. Así en este siglo XVII famosos pintores como David Teniers el Joven, Adriaen Brouwer, Adriaen Sorgh y Adriaen van Ostade nos dejaron grandes obras en las que se recrean escenas cotidianas de ciudadanos holandeses disfrutando de enormes jarras de cerveza y vino, fumando marihuana en su largas y decoradas pipas en los primeros Coffee Shop de la historia trás arduas jornadas de trabajo, costumbre que se convirtió en un popular pasatiempo entre todos los rangos y clases sociales.

David Teniers el Joven, Fumadores en la Taberna, ca, 1660

Con el fin de divertirse o para inspirarse, lo cierto es que la costumbre de reunirse para disfrutar de unos porros ha llegado a nuestros días, siempre y cuando la compañía sea buena, es la mejor manera de pasar buenos momentos y disfrutar debatiendo, riendo o haciendo cualquier tipo de actividad placentera. Juntarse un buen grupo de amigos y hacer grandes humaredas es un placer inigualable, sea viendo partidos de fútbol, jugando unos «Fifa» en la «Play», en asados campestres, timbas de póker, paseos por la montaña, catas de variedades o viajando en globo hasta la luna (o hasta que nos despierten para ir para cama). Pero, ¿existe realmente una manera de fumar marihuana? Todos seguro que aunque inconscientemente, respetamos todas y cada una de estas pautas que te convertirán si ya no lo eres, en un fumador al que todos querrán invitar y siempre serás bien recibido en todas las quedadas.

  • Si estás con alguien que fuma y decides hacerte un porro, no seas avaricioso y comparte. Si es uno o varios amigos, invítalos por la amistad que te une a ellos. Si son conocidos o conocidos de conocidos, siempre vendrá bien para entablar amistad, conversaciones y ayuda a jugar todos en igualdad de condiciones. En un ambiente distendido, no tardarán en fluir los porros y llegarte de vuelta las marihuanas de tus colegas.
  • El que se lía el porro siempre lo enciende, sea de quien sea la hierba. Es una norma no escrita pero respetada por todo buen fumador. Los primeros porros en una reunión los hace cualquiera, cuando ya la vista se turbia y los movimientos se ralentizan y descoordinan, se agradecerá que alguien siga haciendo canutos con una forma de canuto y qué menos que premiarlo con las primeras caladas.

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  • Las reuniones no son momentos para hacerse el héroe ni hacer experimentos, mucho menos si se trata de la hierba de los demás. Si no eres muy habilidoso a la hora de liarte porros, deja que lo haga otro. Es preferible que tus amigos se rían un rato de ti y tú con ellos, antes que ofrecerle de fumar un objeto abstracto y con serios peligros de desplome que hay que manejar con dedos de cirujano.
  • Fuma y pasa el porro, no te quedes con él mientras cuentas tus batallas. Éste es un mal vicio que suelen tener los que aguantan un porro que no es suyo, y entre batalla y batalla esgriman el porro como si se tratase de una espada láser Yedy mientras se va consumiendo ante la atenta e incrédula mirada de los presentes. Suelta el porro y continúa hablando, quizá te des cuenta que no te prestan atención a ti si no al canuto que te estabas fundiendo.
  • El porro siempre se rula hacia un mismo lado, normalmente a la derecha hasta que hayan fumado todos. Si hay varias personas, se debe calcular cuantas caladas tocan por persona sobretodo si se trata de una hierba que todos quieren probar y sólo hay ese porro. No te pulas medio porro y lo pases más quemado que el telefonillo del Coloso en Llamas. Si se termina el porro y alguien no ha fumado, se hace uno nuevo, lo enciende quien lo haya hecho y se lo pasa al primero que no haya fumado, que cuando haya terminado lo pasará a su derecha.

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  • No seas un guarrete y dejes el porro como la taza del desayuno de un caracol. Cada uno que se haga cargo de sus babas y no hace falta chupar ni lamer un canuto para disfrutar de él. Y si aún así lo dejas con algo de babilla, depende de la capacidad de salivación de cada uno, con un mechero le secas el filtro antes de pasarlo. Que lo haga el siguiente antes de fumar, es una cruel indirecta de que tus fluidos no son del agrado de los presentes, lógico por otro lado.
  • Si la hierba a la que te invitan no te gusta, simplemente no fumes y jamás digas que está mala. A cualquiera le puede salir una cosecha mala, incluso a ti. Ahora presumes de buena hierba y mañana se puede dar la situación contraria y seguro que no te agrada que te digan que tu hierba es paja, y mucho menos que la persona que te ha invitado con la mejor de sus intenciones no te invite más por tu menosprecio anterior. Amabilidad ante todo y siempre un máximo respeto por la hierba de los demás.

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  • No todo el mundo reacciona igual ante un buen colocón así que si tienes mal fumar contrólate, pues a tus amigos igual no les hace gracia tu comportamiento. Como con el alcohol, cada cuerpo lo asimila de una manera diferente y todos conoceremos al típico «amigo» pesado que no para de incordiar e incluso se le da por romper lo que se le ponga por delante. Si eres uno de ellos, intenta controlarte estés en tu casa, en casa ajena o en cualquier espacio público. Evitarás quedarte solo y que no te inviten en futuras reuniones.
  • Si estás en tu casa, invita a beber y comer. Sé previsor y gástate un poco de dinero en unos refrescos, zumos, galletitas o aperitivos. La fumada se llevará mucho mejor y todos lo agradecerán, no hay mejor satisfacción que ser considerado un buen anfitrión. Y si estás en casa ajena y te invitan a comer o beber, compórtate y no arrases con todo comiendo como si no hubiese un mañana. Quizá a alguien no le apetezca en ese momento pero sí más adelante, así que compartir y repartir.

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  • No vayas siempre de gorrón a las reuniones esperando fumar por tu cara bonita. Un día, dos o tres no le importa invitar a nadie, hacerlo siempre termina por cansar y la educación se puede terminar. No hay peor adjetivo que «gorrón» y es algo que los conocidos siempre tienen en cuenta a la hora de compartir y rular los porros. Del mismo modo, si cuando no tuviste te invitaron, cuando tengas invita sin reparos.