Las hojas nos darán todas las pistas sobre el estado de salud de la planta, su color verde uniforme y sin ningún tipo de marca serán siempre un buen síntoma. En cambio cuando comiencen a presentar decoloraciones o necrosis en algunas zonas, es que algo no marcha bien. Y si algo no marcha bien, es más que probable de que no mejore, sino que vaya a peor.
Es normal que a lo largo de un cultivo la planta pierda hojas, primero siempre las más viejas. Lo hacen lentamente, amarilleando día a día hasta que finalmente se secan. Las hojas almacenan nutrientes que si en algún momento dado escasean en el suelo, se emplearán para que la planta continúe su desarrollo. Lo que no es normal es que las hojas se sequen aceleradamente y encontrarnos todos los días un puñado de hojas secas.
Las revisiones diarias a las plantas que tengamos en el cultivo deberían ser obligatorias. Puede que para los que cultiven en guerrillas o lugares alejados ésto es imposible, pero no para quien cultiva en interior, o en su huerto o jardín, y todos los días ve las plantas varias veces al pasar. No cuesta nada perder un minuto y simplemente mirar por encima que todo marcha bien. Y también por debajo, una hoja dañada también es el primer síntoma de plaga u hongo instalado.
Plagas y hongos, a no ser que sea un ataque muy severo, no harán que nuestra planta pierda hojas como lo hace con los problemas derivados del sustrato y las raíces, la zona más importante del cultivo y de la planta, y que por no ver, no se le suele prestar la importancia que merece. El 90% de problemas que nos podamos encontrar durante un cultivo, vienen a causa de malos hábitos en el riego y la alimentación.
Así que ante el menor síntoma que veamos en alguna hoja, y asegurándonos de que no se trata ni de una plaga u hongo, debemos plantearnos 3 simples preguntas y en ellas obtendrás la respuesta:
Empezamos con el pH o potencial de hidrógeno, que es una medida empleada para calcular la acidez o alcalinidad de una disolución. Tiene un valor de 1 a 14, siendo 7 el neutro, mayor a 7 alcalino, y menos a 7 ácido. Todas las especies vegetales poseen unos rasgos de pH propios y dentro de los cuales su asimilación es idónea. Si nos salimos de ese rango la asimilación de nutrientes se ve disminuida hasta el punto de no llegar a asimilar los nutrientes. En la siguiente foto podemos ver como en este rango que hablamos todos los nutrientes resultan fácilmente asimilables:
Cuando regamos con un pH correcto, todos los nutrientes están disponibles y no la planta tendrá problema para asimilarlos. Si por el contrario regamos con un pH incorrecto, algunos de los nutrientes se vuelven no asimilables. Que una planta muestre carencias de nutrientes, no siempre tiene que ver con la falta de éstos en el sustrato, si no de la imposibilidad de la planta para absorberlos.
Unos niveles correctos estarían en un pH 6-7, si bien siempre se pueden aproximar según la fase del cultivo, para favorecer a la planta la asimilación de algún nutriente concreto. En crecimiento se puede usar en pH más bajo para una mejor asimilación de nitrógeno, y en floración un poco más alto para que ocurra lo mismo con el fósforo y potasio, los nutrientes que más requiere la planta para la formación de cogollos.
Medir el nivel de pH es muy fácil y rápido, simplemente necesitamos un medidor, bien sea reactivo (de gotas o papel tornasol), muy económicos aunque no excesivamente precisos, o uno eléctrico, algo más caros pero que sin duda son una gran inversión que amortizaremos al final del cultivo. Controlar el pH del riego en cada cultivo no sólo hará que las plantas crezcan y produzcan más, si no que evitarán los problemas derivados de un pH incorrecto.
Si tenemos claro que el problema no es del pH, debemos preguntarnos si las plantas están recibiendo los nutrientes que demandan o por el contrario están recibiendo más de los que pueden asimilar, lo que daría lugar a una sobrefertilización. Cada carencia o exceso de nutriente se puede llegar a identificar mediante una tabla de carencias, las más comunes siempre son las de nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio. Carencias de otros nutrientes son tan extrañas que casi ni se debieran plantear.
Normalmente si usamos abonos siguiendo las recomendaciones del fabricante, es extraño que a las plantas les pueda faltar algún nutriente, a veces es más complicado saber si nos estamos pasando o nos estamos quedando cortos, o llegar a conocer si el problema es de un nutriente en concreto. En muchos casos, lo mejor pasa por cortar una hoja dañada o sacarle unas buenas fotos tanto a las hojas dañadas como a la planta entera, y acudir al growshop de confianza. En este caso, en Cannabislandia siempre te daremos la mejor solución al problema.
Y por último, si tenemos claro que tanto el pH como los nutrientes no son el problema, pasaremos al riego. La marihuana es una planta que consume grandes cantidades de agua, pero que tampoco gusta de suelos constantemente encharcados. Tampoco es una planta que soporte bien las sequías y enseguida lo muestra doblando las puntas y hojas. Pero en excesos de riego también pueden llegar a darse este mismo caso, aunque lógicamente es muy fácil deducir si es sustrato está seco o encharcado.
Un buen hábito de riego es muy importante. Se debe regar el sustrato poco a poco, dejando que el agua penetre y empape absolutamente todo el sustrato. En plantas en maceta, es frecuente que al añadir una gran cantidad de agua, mucha se deslice por los laterales de la maceta hasta el drenaje sin siquiera llegar a humedecer el sustrato. Muchos se creen que la planta tiene suficiente agua cuando ni siquiera ha absorbido unos pocos mililitros. Lentamente y planta a planta, nos aseguraremos encharcar bien la tierra y que drene un 10-20% del agua que echemos, lo que también arrastrará las sales residuales y tan perjudiciales.
Y no volveremos a regar hasta que el sustrato haya perdido gran parte de este agua, en plantas en maceta es fácil comprobarlo, simplemente levantándola o moviéndola en el caso de tratarse de un gran contenedor, sabremos más o menos cuanta agua aún contiene el sustrato. En cultivo en suelo, podemos enterrar un dedo hasta el nudillo. Si ésa zona está seca, es hora de regar de nuevo. También es importante evitar regar en las horas más calurosas del día, siempre se preferible regar al amanecer o en todo caso al anochecer.