El nitrógeno es uno de los 16 nutrientes que la planta necesita para vivir y que son absorbidos del medio de cultivo. El carbono, hidrógeno y oxígeno son absorbidos del aire y agua y en condiciones normales, nunca escasearán a lo largo de un cultivo. El nitrógeno, símbolo químico N, es a su vez un macronutriente junto al fósforo (P) y el potasio (K), los 3 elementos más usados por la planta. Y también es un nutriente móvil, es decir que puede moverse de una zona a otra, recolocándose según las necesidades. Por ejemplo en el caso del nitrógeno que hoy tratamos, el acumulado en las hojas más viejas, se recoloca en las hojas nuevas en caso de deficiencia, de ahí que los primeros signos de una carencia de N siempre los encontremos en las hojas más viejas.
La marihuana es una planta a la que le encanta el nitrógeno durante la fase de crecimiento, donde demanda grandes cantidades. En la fase de floración en cambio, precisa unos niveles inferiores. Para entendernos, se podría decir que el nitrógeno se usa para crear masa vegetal, pues su papel más importante es la de formar parte de las proteínas vegetales, además de tener un ser una reserva que hace que una semilla mantenga la capacidad de vivir sin ser plantada, y la energía posterior que necesita para transformarse en planta una vez la germinamos.
Interviene en una gran cantidad de procesos enzimáticos imprescindibles para el desarrollo vegetal, también estimula la producción de auxinas, aminoácidos, ácidos nucleicos, alcaloides y clorofila, entre otros. Es posiblemente la carencia más común y también una de las más fáciles de identificar. Las plantas crecen más lentas, las hojas nuevas nacen más pequeñas, y ya que es un elemento relacionado con la clorofila, su carencia provoca que las hojas inhiban la producción del pigmento verde, por lo que rápidamente se vuelven amarillas hasta finalmente morir y caer, mientras que las más jóvenes crecen con clorosis intervenal.
Ante una carencia de nitrógeno, como decimos muy fácilmente reconocible, debemos aportar este elemento de las muchas maneras disponibles. Usando un abono rico en este nutriente solucionaremos el problemas en unos pocos días. En este aspecto los abonos minerales actúan más rápidamente. En caso de usar abonos orgánicos, siempre se asimilan más rápido los tés y emulsiones de guanos, harinas de pescado o sangre, humus de lombriz… Pero ante todo, conviene no pensar que ante una carencia debemos usar más cantidad de la que la planta pueda llegar a asimilar.
La marihuana es también una planta que puede muy fácilmente sufrir sobredosis de nitrógeno, lo que quizá sea uno de los mayores problemas que puedan sufrir los cultivadores. Ante una toxicidad de este nutriente, las hojas se ponen de un color verde oscuro y en garra, los tallos se vuelven más débiles y se llegan a doblar con facilidad, las raíces de desarrollan más lentamente, y si se produce en la fase de floración, ésta se ve reducida y los cogollos no se desarrollan con normalidad. Finalmente, la planta primero pierde las hojas y finalmente termina muriendo.
Ante un exceso de nitrógeno, la solución pasa por inmediatamente dejar de usar abonos. En casos de simples signos de sobrefertilización, con regar con agua limpia y sin nutrientes suele ser suficiente, permitiendo que parte del agua se drene, eliminando en parte este exceso de sales. En situaciones severas, procederemos a lavar las raíces, eliminando del sustrato todos estos elementos tóxicos. Ésto supone un estrés para una planta ya de por sí débil, por lo que es conveniente usar algún estimulador de raíces para reactivar la actividad radicular y favorecer la recuperación de la planta.
Es importante pues mantener durante todo el cultivo un perfecto equilibrio en la alimentación de las plantas, normalmente siguiendo las dosis que indica el fabricante de abonos que usemos no tendremos mayores problemas. Conviene usar abonos específicos para marihuana, ya que éstos contienen unas cantidades apropiadas para cada fase. Mientras en crecimiento la demanda de nitrógeno es muy elevada, en floración es mucho menor y usar fertilizantes inadecuados puede hacer que cualquier cultivo termine en un desastre o que ni siquiera llegue a terminar.
Como siempre recordamos, regular el pH del agua de riego es un punto clave para una correcta asimilación de todos los nutrientes. En muchas ocasiones las carencias de nutrientes se producen por un pH incorrecto, los nutrientes se encuentran disponibles en el sustrato pero la planta muestra dificultades para absorberlos. Lo primero que debemos hacer es comprobar que hemos estado usando un agua con un pH correcto y de ser así, procederemos a subir las dosis de abono si fuese necesario. Si hemos estado usando un pH incorrecto, con unos cuantos riegos con el pH ajustado las cosas mejorarán. Añadir de entrada más abono sin saber si el problema es ése, puede llegar a ser otro grave error.