1. No se debe trasplantar nunca a pleno sol ni en las horas de calor del día.
Es mucho mejor trasplantar por la tarde-noche para que la planta tenga toda la noche para habituarse a su nueva casita. Hacemos un agujero en la nueva tierra y la enterramos hasta los cotiledones (toda esa parte enraizará sin problemas y podremos corregir el espigamiento típico de la germinación con poca luz)
2. Siempre que se trasplante debemos regar abundantemente para eliminar las bolsas de aire que hemos podido dejar (notaréis que la tierra menguará al regarla y seguro que nos toca echar un poco más de tierra al tiesto)
3. Rellena de tierra hasta casi el borde, si te pasas cuando riegues la tierra se sale del tiesto y aparte de dejar un desastre, poco a poco se van los nutrientes de la planta. Deja al menos un dedo para poder regar. Ya se que parecerá una tontería, pero lo mejor para regar es la típica regadera convencional te vendrá de cine, porque no remueve la tierra y no arrastra demasiados nutrientes. Regar a garrafazo limpio o con manguera con las matas tan pequeñas es un gran error, porque en dos semanas dejarás las macetas limpias de nutrientes y eso es un problema (y gordo)
4. Después del trasplante nunca pondremos la planta a pleno sol, la dejaremos uno o dos días en semi sombra (claridad o sol suave de mañana) para que se pueda “recuperar” del trasplante y las raíces empiecen a explorar en el nuevo sustrato.