El cáñamo ha estado siempre presente en las civilizaciones más antiguas e influyentes de la historia. Imprescindible en la confección de tejidos o como fuente de alimento, también sus flores fueron pieza fundamental como medicina y en ritos religiosos. Desde Asia hasta África y Europa, hasta que cruzó el Atlántico hacia América, la marihuana siempre ha gozado del respeto que merece.
El uso de la marihuana como sustancia medicinal se produjo en 2737 aC por el emperador Shen Nung, llegando a documentarse su eficacia en el tratamiento de dolores de reumatismo y gota. Con respecto a su uso recreativo, la marihuana fue ampliamente utilizada por los antiguos chinos, llegando a sacarle provecho a toda la planta; la raíz la usaban para medicina tradicional, los tallos para la fabricación de textiles, cuerdas y papel, las hojas y cogollos para la medicina tradicional y colocarse, y las semillas como alimento y para extraer aceite.
La antigua y misteriosa diosa Seshat también pudo haber sido una de las valedoras de esta planta, representándose cono una hoja de 7 puntas de marihuana sobre la cabeza. Era una de las deidades de la escritura, «Señora de los libros» y protectora de las bibliotecas. Hay muchos debates si se trata de una hoja de papiro, de palmera o de cannabis, aunque como también era partícipe del rito de “estirar la cuerda”, coincide más con el cannabis y la fabricación de cuerdas para tomar medidas y el hecho de que Seshat también era la encargada de calcular, orientar y medir los terrenos sagrados. También en las tumbas de faraones como Amenofis IV o Ramsés II se han encontrado restos de hachís que indica que ya lo usaban en rituales religiosos.
El uso recreativo del cannabis podría haber sido bastante limitado en Grecia. Algunas fuentes describen como las semillas se utilizaban en ocasiones como intoxicante o estupaciente, aunque en este caso parece que la palabra semilla se refiere a los cogollos de la planta. El filósofo Demócrito describe una mezcla conocida como potamaugis que consistía en una combinación de vino, marihuana y mirra, que se dice producía visiones y alucinaciones. Ya en el siglo I de nuestra era el médico Dioscórides registró el cannabis en su farmacopea, la hoja se prescribía comúnmente como remedio para las hemorragias nasales y las semillas se utilizaban para tratar dolores de oído e inflamaciones. Al igual que con la arquitectura y la religión, los romanos adoptaron la marihuana con agrado.
Al dios Shiva se le asocia muy frecuentemente con esta planta y según la leyenda fue el encargado de llevar el cannabis del Himalaya a la India, tras una discusión con sus padres y se fue a pasear por el Mundo sin rumbo fijo. Agotado por el calor se echó a dormir bajo la sombra de unas plantas verdes. Cuando despertó, su curiosidad lo llevó a probar las hojas de la planta notando como le refrescaron y rejuvenicieron de forma instantánea. Shiva hizo de la marihuana su comida favorita y llegó a ser conocido como el Señor del Bhang. Son numerosas las imágenes en las que se ve a la diosa Shiva bebiendo bhang, una infusión almendras, ocho especias, amapolas, cogollos, leche y azúcar.
Como sea, desde que se tiene constancia el cannabis ha tenido una gran influencia en las culturas colombianas tras su introducción masiva por parte de los europeos. Desde España se exportó a México, Venezuela, Colombia… Portugal la llevó hasta Brasil… en Jamaica el Reino Unido… Que en la américa tropical existan algunas de las mejores variedades sativas del planeta no es casualidad. Tribus norteamericanas como los Indios de la región de Hidalgo, de Puebla y de Veracruz en México utilizan marihuana a la que llaman Rosa María o Santa Rosa, como un medio para comunicarse con la Virgen. pero también como una parte del corazón de Dios. Las ceremonias se centran sobre elementos cristianos pero consideran la planta de marihuana como una divinidad viva en la tierra. Para los Otomíes de la región de Zapote de Bravo en Veracruz forma parte de su cultura y religión, una especia mágica y terapéutica.
Jesús y sus discípulos usaban un ungüento graso que contenía un compuesto cuya receta incluía «3 libras de perfume» y que usaban para curar a personas que padecían enfermedades mentales y físicas como se puede leer en Marcos 6:13 “Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban”. En el Antiguo Testamento existen media docena de pasajes donde existen referencias secretas al hachís, en concreto llamándolo «miel», «panal» o «rocío» y que tenía propiedades embriagadoras. La locura de Saúl, la fuerza de Jonatán y Sansón y las visiones de Ezequiel puede que sean causa del cannabis.
Se han encontrado pipas de cerámica en la Cueva Lalibela, en la provincia etíope de Begemeder, de alrededor del 1.320 a. C. y que en pruebas cromatográficas han demostrado que contienen restos de sustancias que derivan del cannabis. Se cuenta que el ejército de Suazilandia utilizaba el cannabis para aumentar la agresividad y evitar la fatiga durante los ataques nocturnos a las tribus rivales. Los propios zulúes también pudieron haber utilizado pequeñas cantidades en los rituales previos a las batallas para aumentar el valor y la agresividad.