Cultivo

Hacer semillas de marihuana: los trucos para nunca fallar

Pocas cosas pueden satisfacer más a un cultivador, que la de hacer semillas de marihuana de sus propias plantas. Por un lado supone un ahorro importante de cada a las futuras temporadas. Y por otro, el ver nuestras propias creaciones crecer y florecer. También la de poder compartir con amigos nuestras propias genéticas y si todo sale redondo, presumir de ellas. Este post lo dedicaremos a cómo hacer semillas de marihuana regulares o estándar, o sea las de toda la vida, simplemente partiendo de una planta hembra y una planta macho. Además no deja de ser el método más fácil y que cualquiera puede realizar con unos conocimientos mínimos.

LA ELECCIÓN DE LA MADRE PARA HACER SEMILLAS

Lo primero, es contar con una planta hembra, la que será la madre de nuestras semillas. Si vamos a los seguro, lo idea es contar con un clon elite de los que tanto abundan en nuestro país. Black Domina «la Barraca», Critical Bilbo, Amnesia Cordobesa, White Widow «poligonera»… En ocasiones no son fáciles de conseguir para el cultivador que no se mueva en círculos de cultivadores. Pero teniendo la oportunidad, no se debe dejar escapar. De entrada sabemos que si se han conservado durante tantos años, es por su gran calidad. Y también porque son clones tan cultivados y cruzados, que en cualquier foro de Internet podremos encontrar información muy útil sobre qué aportan a la descendencia.

Si no contamos con ninguna planta hembra, tocará hacer una selección de plantas. Lo ideal es siempre germinar muchas semillas, pues así es más fácil encontrar una planta sobresaliente. Pero como tampoco nos queremos dedicar a la cría, es suficiente con encontrar una planta a nuestro gusto. Si encima es buena productora, resina abundantemente, tiene buen sabor y potentes efectos, mejor qué mejor. Cuánta más calidad tenga la madre, mejores serán su descendencia. Aquí os dejamos las características principales que debe tener una buena planta madre:

  • Resistencia al hermafroditismo
  • Vigor/ Rendimiento
  • Potencia
  • Sabor
  • Rapidez de floración
  • Producción de resina
  • Estatura
  • Olor
  • Estructura floral
  • Color floral

LA ELECCIÓN DEL PADRE PARA HACER SEMILLAS

Después, lógicamente necesitaremos una planta macho, que será la donante de polen con la que fecundar las flores de la planta hembra. Éste es el tema más complicado, pues mientras en una hembra los rasgos son fácilmente diferenciables, con los machos en la mayoría de casos no sabremos que nos aportará a la descendencia hasta que no hayamos cosechado las semillas, las cultivemos y las catemos. Y no queda otra que germinar semillas regulares esperando que la ley de Murphy no actúe y por una única vez consigamos todo hembras.

Tendremos que esperar a que todas las plantas sexen hasta tener localizados los machos. Es ahora cuando debemos observar algunos detalles. Los principales son los siguientes:

  • Resistencia al hemafrodismo
  • Vigor
  • Estatura
  • Periodo de maduración, que es el tiempo transcurrido en floración para que las flores se desarrollen hasta su madurez total.

Lo ideal es sacar un esqueje de cada macho y reservalo hasta el momento en que lo vayamos a usar. No hay nada más peligroso que una planta macho junto a plantas hembras. Tengamos en cuenta que a no ser que queramos miles de semillas, es suficiente polinizar un solo cogollo para conseguir decenas de semillas. Así que con los esquejes a buen recaudo, podemos eliminar los machos tranquilamente.

ES LA HORA DE CRUZAR HEMBRA Y MACHO

También es complicado buscar el momento adecuado para la polinización. Los machos generalmente florecen antes que las hembras, y no pretendemos tener un macho florecido al lado de las plantas hembra. Un buen sistema es ir eliminando las flores del macho hasta que las flores de la hembra lleven unas 3-4 semanas de floración. La otra opción es aislar al macho, por ejemplo situarlo en una habitación iluminada y con una mínima ventilación. El polen del macho puede viajar cientos de metros trasportado por el aire.

En cuanto la hembra llegue a esas 3-4 semanas de floración, ya podemos dejar que las flores del macho maduren. Ésto sucede en pocos días. Las veremos engordar y abrirse, expulsando el polen. Debajo de alguna flor bien abierta y madura, ponemos una bolsita zip o un botecito, y golpeamos la flor para recoger el polen. Podremos conservarlo en una nevera unos 3-4 días, aunque lo mejor es siempre usarlo al momento. El polen podemos aplicarlo de dos maneras. O bien con un pincel, o bien con un pulverizador.

Seleccionaremos una buena rama de la hembra, con un buen cogollo que será el que polinizaremos. El resto de la planta, podemos cubrirla con una bolsa plástica para evitar «fugas» de polen. Y con mucho cuidado, realizamos la polinización mojando en seco el pincel en el polen y después pasándolo por el cogollo. O mezclándolo con agua en un pulverizador y rociar después el cogollo. Esperamos una o dos horas, hacemos un buen lavado con un pulverizador con agua para eliminar los restos de polen del cogollo, y ya podemos quitar la bolsa de plástico. Lógicamente, la rama o cogollo ya fecundado lo identificaremos con un alambre enrollado o cualquier otro sistema.

TERMINANDO DE HACER SEMILLAS

Sabremos que la polinización ha sido exitosa, si a los pocos días los pelitos blancos del cogollo se comienzan a marchitar y secar. Éstos pasan del color típico blanco a un color marrón, el típico que tendrían en el final de floración. Los cálices comenzarán a hincharse, formando las semillas en su interior.

Normalmente las semillas maduran en unas 5-7 semanas, cuando ya estarán listas para su recolección. Antes de cortar todo ese cogollo, quitaremos un par de ellas para comprobar que tengan un buen color y no estén demasiado verdes aún. El cogollo una vez que quitemos todas las semillas, nos lo podemos fumar, usarlo para hacer una pequeña extracción, vaporizar…