Algo tan rutinario para el cultivador como es el regar plantas de marihuana puede ser muy perjudicial si no se hace correctamente.
Son muchos los errores que en ocasiones se cometen a la hora de regar las plantas de marihuana, y en este post te damos los mejores consejos. No te quepa la menor duda de que tus plantas te lo agradecerán.
A continuación te contamos los consejos básicos sobre como regar plantas de marihuana de una manera correcta.
Esto es algo fundamental. Cuando nuestra agua de riego la recogemos del grifo, generalmente contiene cantidades de cloro que es perjudicial para las raíces de las plantas y la vida microbiana del sustrato.
Por eso conviene dejarla reposar unas 24 horas para que este elemento se degrade y no cause daños. Al sol, el cloro se degrada más rápidamente por acción de los rayos UV.
Regular el pH es imprescindible. Muchísimos de los problemas durante el cultivo vienen derivados por un pH incorrecto, lo que afecta directamente a la asimilación de nutrientes.
Tanto si se riega con agua sola o mezclada con los abonos, antes de regar debemos regular el pH. En cultivos convencionales en tierra, unos buenos valores son 6.0 en crecimiento, y 6.5 en floración.
Pensar que en días de máximo sol y temperaturas elevadas, lo mejor que podemos hacer es regar con agua fría, nos estaremos equivocando.
Porque a las raíces de las plantas a diferencia de a nosotros, no les gusta el agua fría. Siempre que sea posible, regaremos con un agua a unos 20ºc.
Esto en verano y en exterior en más fácil que en invierno e interior, aunque siempre podemos recurrir a un pequeño calentador de acuarios.
Un error común es regar con pequeñas cantidades de agua varias veces al día. Pensemos que todo el sustrato estará colonizado por las raíces, y con riegos pequeños no llegaremos a humedecerlo totalmente.
Se debe regar siempre abundantemente y poco a poco, dando tiempo a que la tierra absorba el agua. Así nos garantizamos que todas las raíces reciban el riego.
Nos referimos a excesos de riego, no a exceso de agua en cada riego. La marihuana es una planta que le encanta el agua y consume grandes cantidades.
Pero también odia los excesos y enseguida lo demuestran doblando sus hojas hacia abajo. Cuando toque regar, lo haremos abundantemente como sugerimos en el punto anterior.
Y sólo volveremos a regar cuando la planta haya consumido aproximadamente el 70% del agua. Esto lo podremos saber fácilmente levantado la maceta y comprobando su peso.
Siempre se debe dejar que el riego llegue a drenar por el fondo de la maceta, aproximadamente un 5-10% de la cantidad de agua que usemos para regar.
Así se irán arrastrando y eliminando por el drenaje las sales acumuladas que la planta no ha llegado a asimilar.
Evitando esta acumulación de sales, en su gran mayoría debido al uso de aguas duras y fertilizantes, los riesgos de bloqueos en las raíces será muy bajo.