Un esqueje es un fragmento de una planta con fines reproductivos, una copia genéticamente idéntica del ejemplar del cual lo hemos sacado. En plantas de marihuana, los esquejes o clones tendrán el mismo tiempo de floración, sabor y potencia que la planta madre, siendo éste el principal motivo por el que muchos cultivadores prefieren esquejes en lugar de semillas pues normalmente saben de antemano cómo se comportan y qué pueden esperar del cultivo. Por lo general, los esquejes son proporcionados por plantas madre seleccionadas y que destacan sobre el resto, personalmente no os recomiendo un cultivo de esquejes de una planta que no hayamos probado o que no nos hayan recomendado puesto que nos podemos llevar desagradables sorpresas, desde producciones ridículas, sabores y efectos planos o incluso hermafroditismos, no nos olvidemos que de una semilla es una sorpresa encapsulada que hasta que no cultivemos y fumemos, no podremos sacar conclusiones y es ahí cuando decidiremos si vale la pena conservar esa planta o no.
Para sacar esquejes a una planta madre os daremos una serie de consejos con los que te garantizarás un éxito cercano al 100%, es muy sencillo y en grandes cultivos nos permitirá obtener plantas homogéneas , con el mismo ritmo de crecimiento y floración.
Lo primero es seleccionar una buena planta madre, sana y con varias ramas de buen tamaño. Los esquejes deben tener al menos 4 o 5 nudos, de los que enterraremos 1 o 2, quedando el resto fuera del sustrato, así que procura que al menos cada rama de la planta tenga mínimo 5 o 6 nudos para trabajar con margen. El tamaño puede variar, de entre 6 centímetros a 15 o 20, con un poco de práctica el límite lo pondrás tú. La planta preferiblemente ha de estar muy hidratada, así que regar unas horas antes o incluso el día anterior si ya hemos planificado el día para esquejar nos dará una gran ventaja.
Necesitaremos un cutter o bisturí, hormonas de enraizado y el medio para colocar los esquejes, que pueden ser jiffys de turba o coco, tacos de lana de roca, semilleros con sustrato … Todo el material tiene que estar previamente desinfectado, sobre todo el bisturí y los semilleros en el caso de que sean reutilizados, son numerosas las enfermedades, virus y hongos que se pueden contagiar a los esquejes por no prestar atención a estos pequeños detalles. Y ya con nuestra planta madre delante y sus buenas ramas, empezamos a seleccionar las mejores. Puedes ir cortando y preparando uno a uno los esquejes o cortar todos los que necesites y meterlos en un vaso con agua, como ya hemos regado bien los esquejes, estarán perfectamente hidratados y nos podemos ahorrar el vaso de agua.
Una vez que hayamos cortado la rama, contamos unos 2 o 3 nudos desde la punta apical y con la ayuda del bisturí quitamos las hojas del nudo o los nudos inferiores y que irán enterrados. Si la distancia internodal lo permite, siempre enraizará antes si enterramos dos nudos en lugar de uno, ya que son precisamente en los nudos donde se desarrollarán las nuevas raíces. También con el bisturí haremos un corte con un ángulo de 45º un poco por debajo del nudo o el último nudo que vaya enterrado y rascaremos ligeramente el tallo a lo largo por un único lado. Esto se hace con el fin de aportar el máximo de superficie a la que aplicar hormonas de enraizamiento y que haremos en este preciso momento con la ayuda de un pincel, aplicando tanto a la base como al nudo o nudos que vayamos a enterrar.
Introducimos el esqueje en el medio escogido. En el caso de que usemos jiffys o tacos de lana de roca han de estar previamente hidratados. Yo prefiero escurrir el agua sobrante con el esqueje ya dentro, así que queda bien sujeto, algo indispensable. Si el esqueje «baila», podemos usar una goma, cordón o alambre para envolver el jiffy o taco y sujetarlo firmemente. A las dos hojas inferiores y más grandes, les cortamos las puntas para evitar una evapotraspiracion excesiva a través de los estomas y que produce a su vez una deshidratación. Lo notaremos al mantenerse los esquejes frescos durante más tiempo, vital los primeros días.
Los esquejes precisan una humedad relativa muy alta, unas temperaturas de unos 24º y una luminosidad baja. Son tremendamente cómodos los propagadores, donde podremos crear el ambiente perfecto para que nuestros pequeños clones enraícen mucho más rápido. Los primeros 4 o 5 días, mantendremos nuestro propagador completamente cerrado, lo que mantendrá una humedad alta. Pasado este tiempo, iremos abriendo progresivamente cada día para ir disminuyendo la humedad pero sin permitir cambios bruscos de la misma, algo que puede afectar negativamente al proceso de enraizado. Si vives en un clima con una alta humedad ambiental, quizá simplemente sólo necesites una esquina de tu armario de crecimiento donde reciban una luz suave.
Pasados de 7 a 10 días, las primeras raíces comenzarán a asomar. Algunas genéticas pueden tardar más, algunas hormonas enraizantes son más efectivas que otras, también influye como comentamos el uso de propagadores… pero en cualquier caso y si hemos hecho las cosas bien no habrá grandes diferencias en cuanto a días. Eso sí, cuanto más rápido sea el proceso, más probabilidades habrá de éxito. Ya por último, nos queda pasar nuestros esquejes a unas pequeñas macetas, actuando igual que si se tratasen de plantas nacidas de semilla, si usamos un buen sustrato nos evitaremos tener que abonar durante las primeras semanas, y si usamos sustratos inertes como fibra de coco debemos empezar con abonos suaves. Con todo esto, esperemos que siguiendo nuestros consejos tengas un éxito absoluto y te enraícen el 100% de tus esquejes.