Cultivo

9 trucos para germinar semillas de marihuana a la primera

La elección de las semillas: Más que la semilla que más nos guste, debemos escoger la semilla que más se adapte a nosotros y a nuestro clima. Sativas de floración larga en zonas de veranos cortos, variedades de cogollo muy denso en zonas muy húmedas, una planta que crezca 3 metros si sólo contamos con una pequeña terraza, o una índica cuando no nos gustan los efectos narcóticos, es un sinsentido. Si tienes un espacio muy limitado quizá deberías optar por autoflorecientes, rápidas, pequeñas y discretas. Si cuentas con un gran huerto soleado y alejado de los ojos curiosos, no te reprimas y cultiva grandes y exóticas sativas. Si te gusta relajarte, inclínate hacia las índicas.

Usa semillas de calidad: No te la juegues con semillas de dudosa procedencia, y más cuando tu cosecha dependerá únicamente de ellas. Si tienes varias plantas no pasa nada por probar con alguna semilla encontrada en un cogollo, pero usarlas exclusivamente para un cultivo no es muy buena idea. No contarás con referencias de cómo se comportará, puede salir hermafrodita… y al final perderás tiempo y dinero en sus cuidados para nada. Piensa que una semilla te puede garantizar sin muchos cuidados más de 500 gramos de cogollos secos. ¿Vale la pena jugarse las provisiones de todo el año por unos pocos euros?

Que no nos falte de ná: El proceso de germinado es muy rápido, en ocasiones en menos de 24 horas las semillas ya han abierto los labios y nos enseñan la lengua. En ése momento ya deberíamos tener al menos preparadas unas pequeñas macetas con una buena tierra y no esperar al último momento, ya se sabe que las prisas nunca son buenas. También debemos ya tener pensado cual será si ubicación final y no andar paseándolas por la casa o el jardín como si fuese un York Shire porque no terminamos de encontrar un lugar adecuado. Ni que decir tiene que siempre debemos tener cada semilla identificada, sobretodo si cultivamos diferentes variedades para que no se mezclen y confundan.

Limpieza máxima: a la hora de poner a germinar las semillas no uses recipientes sucios, agua que lleve 1 mes estancada o que tus manos estén más sucias que el palo de un gallinero. Las semillas recién germinadas son muy propensas a contraer todo tipo de hongos, bacterias, virus y enfermedades, y la suciedad es su mejor aliado. Usa siempre agua limpia y reposada, incluso no es mala idea introducir las semillas unas horas en un vaso con agua y un par de gotas de agua oxigenada, aparte de que acelerará el germinado, eliminará todo tipo de patógeno que pueda contener. Y las manos bien limpias, como el día de tu primera comunión.

¿Y dónde germino las semillas?: es indiferente. Puedes usar jiffys de turba prensada, tacos de lana de roca, macetitas con tierra o fibra de coco, un plato con servilletas de papel, o directamente en el suelo y en su lugar definitivo. Y volvemos a lo anterior: limpieza. Si se opta por sustratos, debemos asegurarnos de que están estirilizados y no contengan restos vegetales sin compostar, semillas de hierbas, plagas o enfermedades del suelo. Ésto es muy común en sustratos de mala calidad. Si optas por semilleros de turba o lana de roca, hidrátalos con agua y un par de gotas de agua oxigenada.

A oscuras como los murciélagos: las semillas quieren oscuridad. Si usas una servilleta húmeda para germinar, tapa las semillas con otra servilleta húmeda. Si usas jiffys, germinas en maceta o directamente en el suelo, entierra las semillas de medio a un centímetro. Una vez las semillas asomen, ya requieren luz. Las plantas no son alérgicas al sol, así que no te prives de darles la máxima cantidad de sol posible. Que nunca les falten agua, éso sí. Si bien las plantas grandes llegan a aguantar perfectamente un estrés hídrico, las plántulas en pocos minutos pueden morir si el sustrato se deshidrata por falta de atención.

Hidratación máxima: a las semillas jamás les puede faltar agua durante la germinación. Se en algún momento del proceso perdemos toda la humedad, morirán. Es muy común meter las semillas en jiffys o en unas servilletas húmedas, y ponerlas en un lugar calentito. Nos despistamos y cuando nos damos cuenta se han secado por completo y toda la ilusión se torna tristeza. Para ésto siempre puedes germinar dentro de un tupper o recipiente con tapa, que además de mantener el calor en su interior, creará un ambiente con la máxima humedad y sin ninguna pérdida de la misma.

Ojo con la temperatura: la ideal oscila entre los 22º y 28º, por lo que en la medida de lo posible buscaremos un lugar en el que más o menos se alcance esta temperatura. Si usas jiffys o servilletas en un tupper, ni las pongas en la habitación más fría de la casa ni cerca de un radiador, porque de un modo tardarán muchísimo en germinar y de otro puedes hacerte una sopa de semillas. Si germinas en exterior en maceta o en suelo, espérate a que llegue la primavera y las temperaturas sean las adecuadas. Las plántulas también agradecerán unas buenas condiciones nada más asomar y prefieren encontrarse días soleados que nublados.

Protege tus semillas: y no sólo las semillas, sino también las plántulas que de ellas nacerán. Germines donde germines, prevén siempre cualquier tipo de accidente. Sé pesimista, porque será lo mejor para evitar situaciones de riesgo. No sitúes el recipiente donde tengas las semillas en lugares inestables, al alcance de mascotas o de personas torpes. En exterior prevén el ataque de pájaros, caracoles y todo tipo de bichos de campo. Una garrafa transparente e invertida a modo de invernadero, o una malla de agujeros finos son algunas de las opciones más simples. Y por supuesto no dejes tus macetitas en el alféizar de una ventana un día de viento, o en general nunca.