Todos, cuando comenzamos a cultivar en interior por primera vez, cometimos muchos errores. Y, aún hoy es el día que, con años de experiencia, quien más y quien menos sigue metiendo la pata alguna vez, simplemente por descuido o por exceso de confianza. Hoy repasaremos los 20 errores más comunes que suele cometer el cultivador de marihuana, una pequeña guía que te ayudará a cometer menos fallos y que se traducirá en mejores rendimientos.
No planear el cultivo: parece obvio, pero no os imagináis la gente que primero germina y después pregunta qué hacer con la semilla. Mínimo, se ha de contar con iluminación y sustrato antes de comenzar, lo básico para que una semilla recién germinada pueda comenzar su andadura.
No tener un espacio adecuado: no es necesario un armario de cultivo, pero sí un espacio limpio y cómodo, preferiblemente forrado con material reflectante que permite un mejor aprovechamiento de la luz. Sea como sea, ha de ser un espacio sin filtraciones luminosas y, a poder ser, que disponga de una entrada de aire fresco.
Seleccionar una variedad no apropiada: en interior la altura limita el cultivo y optar por genéticas muy sativas puede hacer que todo sea una odisea. Plantas que, una vez pasadas a floración, multipliquen por 5 o 6 su tamaño puede complicarle la vida a cualquier cultivador, más aún si no se tiene experiencia.
Usar sustratos de mala calidad: una mala tierra es como construir una casa sobre un terreno inestable. El sustrato será el soporte de las raíces durante todo el cultivo. Tiene que ser esponjoso para que permita una buena aireación y retención de líquidos, y no contar con una cantidad muy alta de nutrientes. Además los sustratos de mala calidad pueden traer desde plagas, a hongos y semillas de otras plantas.
No regular el pH: el pH o potencial de hidrógeno indica el nivel de acidez o alcalinidad de una solución, en este caso el agua de riego. Influye en la capacidad de absorción y solubilidad de los elementos nutritivos, entre otros. Un valor de pH muy bajo o muy alto puede ser perjudicial para las plantas. Para el cultivo de marihuana se recomienda que esté en torno a 6-6.5 para la correcta asimilación de todos los nutrientes necesarios.
No usar la iluminación adecuada: el cannabis es una planta que demanda una gran cantidad de luz de gran intensidad. Si la iluminación es escasa o inadecuada, las plantas crecerán lentas, se espigarán e incluso pueden tener dificultades para hacer la fotosíntesis. Lámparas de bajo consumo, haluros metálicos, vapor de sodio y LEDS, son las apropiadas para cultivar marihuana, siempre en espectros adecuados para cada ciclo.
No respetar los fotoperíodos: la fase oscura se debe respetar y evitar encender la luz para visitar las plantas, sacar fotos con flash o incluso tener dentro del armario cualquier equipo que pueda tener iluminación como una simple regleta de enchufes con interruptor. Ésto supone un estrés para las plantas y puede ser motivo de la aparición de algún platanito o flor macho con polen.
No tener la ventilación adecuada: el cannabis es una planta que consume grandes cantidades de CO2. Debemos garantizarnos que el aire del interior se renueva con aire fresco del exterior con un simple extractor. Un ventilador que balancee ligeramente los tallos de las plantas hará que crezcan más fuertes y tengan menos riesgos de contraer hongos.
Regar en exceso: también es una planta que consume grandes cantidades de agua pero que no le gusta tener constantemente el sustrato encharcado. Lo ideal es esperar hasta que la planta consuma gran parte del agua del sustrato para regar abundantemente, hasta que veamos que sale un poco por el drenaje, repitiendo siempre ésto.
Abonar en exceso: es uno de los errores más comunes, creer que por abonar más las plantas crecerán más rápido y lo más probable es que consigamos sobrefertilizarlas, teniendo después que tomar medidas como hacer un lavado de raíces. Las plantas pasarán una mala temporada recuperándose, además que las hojas dañadas no realizarán al 100% su función.
Regar poco: tampoco debemos quedarnos cortos a la hora de regar. Hay mucha gente que riega varias veces al día con medios vasos que no llegan a humedecer todo el sustrato creando «zonas secas» donde no se desarrollarán las raíces. Como dijimos, hay que regar abundantemente y esperar a volver a regar cuando el sustrato haya perdido gran parte del agua.
Abonar poco: la frase «a mi es que no me gusta abonar mucho» es como decir «a mi me gusta pasar hambre» pero, en este caso, no la pasan ellos sino que la pasan sus pobres plantas. No se debe privar a la planta de abonos y aditivos, conseguir 20 gramos por planta cuando se pueden conseguir 60 de la misma calidad finalmente no es rentable.
Usar cualquier tipo de fertilizante: la marihuana es una planta con necesidades alimenticias muy concretas. Un abono para geranios o bonsáis tiene los mismos macronutrientes y micronutrientes que uno para marihuana pero no en las mismas proporciones y puede que tan descompensados que no lleguen a cubrir todas estas necesidades. Algunos pueden ser tan concentrados que pueden llegar a quemar la planta.
Dar demasiado crecimiento: cuando se cambia el fotoperíodo a floración, las plantas experimentan un importante estiramiento. Plantas de 30 cm no será difícil que superen el metro de altura, lo que ya puede llegar a ser un problema en espacios limitados, además de que la producción se concentrará en las zonas altas, quedando un tallo desnudo de 80 cm con los cogollos en la punta.
Dar poco crecimiento: por el contrario, tampoco se debe pecar de precavido. Pasar a floración las plantas muy temprano y terminar con plantas de 30 cm en macetas de 11 litros. Depende de la variedad o de si partimos de semillas o esquejes, en principio no suele ser fácil la primera vez conseguir la altura ideal pero, con un poco de práctica, es sencillo conseguirlo.
Usar insecticidas no apropiados: JAMÁS usar insecticidas en aerosol por mucho que pongan «casa y jardín». Te puedes cargar las plantas en pocas horas. Lo primero que hay que hacer es identificar la plaga, no usar cualquier insecticida que tengamos a mano. Si la planta está en floración, evitar a toda costa el uso de insecticidas químicos.
No hacer revisiones periódicas a las plantas: pararse un par de minutos al día y revisar la planta a fondo nos puede evitar muchos disgustos, desde detectar pequeños ataques de insectos antes de que se conviertan en una plaga, a hongos en tallos o flores, plantas macho, posibles hermafroditas… Si es posible, incluso vendría bien extraer las plantas de las macetas para comprobar el estado de las raíces.
No hacer lavado de raíces: después de todo un cultivo usando abonos y especialmente si son minerales, las plantas suelen estar cargadas de nutrientes almacenados en la masa vegetal. Conviene siempre hacer un lavado de raíces para dejar que la planta vaya consumiendo estos nutrientes y no los del sustrato. Así se consigue que la cosecha rasque menos al fumarla y no necesite un tiempo de curado tan largo para degradar especialmente la clorofila.
Cosechar antes de tiempo: también es un error común en los principiantes y algo que marca la diferencia entre unos cogollos de calidad superior y otros de calidad media. Aunque se suele decir «cuando el 60-70% de los pelos estén marrones» es sólo orientativo ya que los pistilos se pueden tostar por muchos motivos que no tienen que ver con la madurez del cogollo.
Cosechar demasiado tarde: una planta cortada muy tarde es más narcótica ya que comienza a degradarse el THC. El punto óptimo para cosechar es cuando los tricomas o gotas de resina estén de color lechoso con alguno de ellos color ámbar. Para ésto necesitaremos un microscopio, pero vale la pena la pequeña inversión para cortar los cogollos en su punto óptimo de maduración.